Las diosas Démeter y Perséfone representaban para los pueblos de la antigüedad los poderes de la naturaleza, su transformación y la emergencia cíclica. Según El rapto de Perséfone, un cuento mitológico de primavera, el primer día de la estación de las flores era el día en que Perséfone, prisionera bajo tierra durante seis meses, volvía al regazo de su madre Démeter.
Cuenta el poeta Homero, en su cuento de la primavera, que en el sureste de Europa hubo un tiempo en el que reinaba la eterna primavera. La hierba siempre era verde y espesa y las flores nunca marchitaban. No existía el invierno, ni la tierra yerma, ni el hambre.
La artífice de tanta maravilla era Démeter, la cuarta esposa de Zeus. De este matrimonio nació Core, luego llamada Perséfone. Se trataba de una hermosa joven adorada por su madre que solía acercarse a un campo repleto de flores a jugar.
El rapto de Perséfone
Un día, el terrible Hades (rey del inframundo) pasó con su temible carro tirado por caballos por el campo donde jugaba Perséfone. Se encandiló con la belleza de la joven y allí se produjo el rapto de Perséfone. Luego de raptarla, la llevó a su territorio, el inframundo. Démeter, al no encontrar a su hija y con una antorcha en cada mano, emprendió una peregrinación de nueve días y nueve noches. Al décimo día el Sol, que todo lo ve, se atrevió a confesarle quién se había llevado a su hija. Aparece entonces el conflicto en este cuento de la primavera.