Relatos graciosos: “La isla de los narigones”

Los relatos graciosos se caracterizan por utilizar el absurdo para provocar situaciones disparatadas que causan risa. El autor de relatos graciosos también recurre a personajes pintorescos que refuerzan lo disparatado del relato. En cuanto a su estructura, los relatos graciosos mantienen la forma de un cuento, contando con una introducción o presentación de los personajes y la situación, luego el nudo o el conflicto, y finalmente el desenlace.

A continuación ofrecemos un extracto/resumen del relato gracioso “La isla de los narigones”, del escritor Ricardo Mariño, perteneciente al libro “Cuentos ridículos” (al resumirlo, intentamos no quitar ninguna parte graciosa).

Relatos graciosos: “La isla de los narigones” (extracto/resumen)

Mil años antes de que mi abuela empezara la escuela, naufragó cerca de una remota y deshabitada isla del Pacífico la nave del pirata Akad El Nariz.

De los cien tripulantes que acompañaban al pirata, sólo pudieron nadar hasta la isla un hombre y una mujer de quienes, únicamente, se sabe que tenían dos enormes narices -una cada uno- y el pelo verde.

Cuentos graciosos - La isla de los narigones
Los únicos sobrevivientes al naufragio

Al llegar a la isla, lo primero que hicieron el hombre y la mujer fue exclamar: “¡Nos salvamos!”. Lo segundo, secarse al sol. Por último, fabricaron una botella de barro cocido.

En el interior de la botella, introdujeron una fina piel de marsopa que habían encontrado en la playa; en la piel, dibujaron un mapa y escribieron un mensaje: “Estamos en la isla marcada en el mapa. Vengan a rescatarnos. Nuestro barco se hundió el lunes pasado”.

-Quedate tranquila -le dijo el hombre a la mujer una vez que taparon la botella y la arrojaron al mar-. En dos o tres días, la encuentra un griego, un romano, un huno y otro, y nos vienen a rescatar.

No bien cayó al agua, la botella fue arrastrada por la corriente marina de Freezer, masa de agua fría que empuja todo lo que encuentra hacia el mar de la China y, si ese día llega a andar cruzada, más lejos todavía.

Pero no tuvieron suerte.

Li-kor Ching y la botella - relatos graciosos
Li-kor Ching y la botella

Recién un año después, un pescador encontró el envase en una playa china y se lo vendió al coleccionista de botellas raras, Li-kor Ching. Así, la botella de barro estuvo casi trescientos años en el Museo de la familia Ching, sin que a ninguno de los descendientes de Li-kor se le ocurriera descorcharla.

En el año 1295, un recontratataranieto del coleccionista chino le vendió la botella al navegante Marco Polo.

Marco Polo fue hecho prisionero en la ciudad de Génova en 1298. La botella quedó de adorno en la celda donde él estuvo.

Casi doscientos años más tarde, un preso que estuvo encarcelado en el mismo calabozo que Marco Polo fue liberado por ofrecerse a acompañar a Cristóbal Colón en su viaje a América. Entre sus pertenencias, el preso trajo a América la botella.

En 1689, la botella estaba en poder de un misionero jesuita. Se sabe que, un día, ese misionero decidió destaparla. ¡Al fin alguien leería el mensaje! ¿Había llegado la hora?

No.

Justo cuando el misionero se disponía a abrir la botella, cayó de visita un cacique mataco.

-¡Qué linda botella! -fue lo primero que dijo el indígena.

-Sí, es linda -aprobó el misionero.

Mate va, mate viene, el misionero le cedió la botella al indio a cambio de diez caballos jóvenes, cuatro collares de oro, quince mantas, veinte vasijas medianas y mil kilos de yerba mate.

En 1904, la botella fue encontrada por un antropólogo sueco, quien aseguró que se trataba de una “típica artesanía mataca”. ¿Mataca? ¡Macana! El caso es que el sueco donó la botella al Museo de Chivilcoy.

Así entra en la historia el hombre elegido por el destino para abrir ¡al fin! la botella de barro: Elder María Ferraguto, el encargado de limpieza del museo.

Ferraguto tenía la manía de espiar, destapar y husmear en todo lo que estuviera cerrado. Con la botella, no hizo ninguna excepción. Su pecho se agitó; y su frente empezó a transpirar a mares cuando, tras sacudirla, llegó a la conclusión de que había algo en su interior. Después de maniobrar tres horas con un alambre, logró sacar la piel de marsopa.

Tembloroso, desplegó la crujiente lámina y leyó: “Estamos en la isla marcada en el mapa. Vengan a rescatarnos. Nuestro barco se hundió el lunes pasado”.

Una ola de aire caliente le infló el pecho de mareo, excitación y brote de locura.

En ese instante, supo que toda la vida había estado esperando una cosa así y que, al fin, se confirmaba que él había nacido para grandes causas. Nada impediría que él salvara a esos pobres náufragos.

A partir de ese momento, todas sus actividades tuvieron como objetivo organizar la expedición de rescate. Lo primero era reunir recursos económicos.

Organizó una rifa de una vaca que no tenía, apostando a que nadie tendría tanta suerte como para sacarla. Hizo una “colecta pro viaje de rescate”. Vendió su colección de discos de Carlos Gardel y de revistas El Gráfico, un par de botines viejos con suela de madera y una manguera sin usar de casi cien metros. Al mes, ya tenía el dinero necesario para la expedición.

Elder María Ferraguto llegó a la isla tras dos meses de navegación. Era un lugar maravilloso con arenas blancas, aguas increíblemente azules, flores, palmeras… Y edificios, cines, autopistas, personas, perros. En fin, había todo lo que en cualquier ciudad, pero ni rastros de los dos náufragos del mensaje. Elder decidió tomarse allí un mes de vacaciones y, luego, emprendió el regreso a Chivilcoy y se reincorporó al Museo.

-Viajé de gusto -dice cada vez que recuerda su famosa expedición-. El mensaje lo habrá escrito algún gracioso. Eso sí, todos los habitantes son increíblemente narigones. Y tienen el pelo verde.

Actividades

  • Anota un ejemplo de cada uno de los siguientes recursos humorísticos: nombre de un personaje, un equívoco, una situación absurda y una exageración.
  • ¿Qué recurso humorístico está destacado en el siguiente fragmento? En dos o tres días, la encuentra un griego, un romano, un huno u otro, y nos vienen a rescatar.

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