10 consejos para escribir un libro (y terminarlo)

Los amigos de Bubok nos han hecho llegar a quienes participamos de su comunidad de escritores (y de aspirantes a tales) una guía de diez claves para escribir un libro, elaborada por Diana Morales, coordinadora de los talleres literarios de Portal del Escritor.

 

A continuación, resumimos y comentamos esos 10 consejos para escribir un libro (y terminarlo). Y nos tomamos la libertad de agregar un consejo más de nuestra propia cosecha.

1. Planifica tu libro

Planificar el libro.
Planifica tu libro.

Escribir un libro es como construir un edificio: antes de empezar a escribir asegúrate de tener un plano. Piensa bien qué quieres contar, cómo vas a organizar la información en capítulos, cómo vas a terminarlo.

La sola mención de la palabra “planificar” me da escalofríos. Pero está bien; en mi experiencia, la falta de una planificación inicial (o el no cumplimiento de la misma) hace que la tarea de escribir un libro sea equivalente a atravesar un largo túnel oscuro cuyo final no se alcanza a ver.

2. No te dejes vencer por la página en blanco.

No olvides que todo lo que escribas puede ser después corregido, re-escrito o incluso borrado, así que, simplemente, escribe. Sin prisa, sin presiones, pero con constancia. Recuerda que no se trata de escribir una obra maestra, solo de terminar tu libro.

Muy cierto. Yo agregaría que tampoco hay que dejarse vencer por la pantalla en blanco.

3. Lee.

La lectura es el oxígeno del escritor; te inspirará y te motivará. Si estás escribiendo una novela o un poemario, lee novelas y poemas. Si estáás escribiendo un libro de no ficción –un ensayo, un libro de auto-ayuda, un recetario…– lee libros parecidos. Leer es el calentamiento de la escritura.

Totalmente de acuerdo. Hace poco, Alejandro Dolina dijo (en relación a los muchos pseudo-escritores que presentaban sus libros en la Feria del Libro de Buenos Aires) que “cada vez hay más gente que escribe; lo que está haciendo falta es gente que lea”.

4. Imponte un horario fijo de escritura.

Pueden ser dos horas cada tarde, las mañanas del fin de semana, o tres horas el jueves por la noche… No importa. Lo esencial es que, una vez que decidas tu horario de escritura semanal, lo respetes. Solo alcanzarás la cima de la montaña si caminas aunque sea poco a poco.

Sí… aunque es difícil de lograr. Pero es como lo de la planificación; si no se hace, la escritura del libro se vuelve una odisea interminable.

5. Ten siempre a mano un diccionario.

Es la herramienta básica del escritor, tanto para escribir una novela como un libro de no-ficción; en especial el Diccionario de Sinónimos y Antónimos. Te ayudará a expresarte mejor y a no repetirte. Si escribes ficción (novelas, relatos, poesía…) te será también muy útil un Diccionario Ideológico.

Esto es fácil. Quienes escribimos en computadoras conectadas a Internet tenemos siempre a mano los diccionarios más completos del mundo.

6. Busca tu propia voz.

No intentes escribir de forma complicada, con frases largas o con un lenguaje complejo. Sé tú mismo/a. Ten en cuenta que el primer propósito del lenguaje es transmitir ideas, por lo que la claridad y la sencillez pueden ser nuestros mejores aliados, especialmente si estás escribiendo tu primer libro. Imagina a tu futuro lector como a un amigo, no como a un juez.

¡Bien! Esto es algo que siempre pensé, así que el hecho de que lo diga una experta me pone contento; quiere decir que voy por buen camino.

7. Documéntate a cada paso.

Necesitas la precisión, la concreción y la exactitud necesarias para que tu libro sea interesante. Esto es así para cualquier tipo de escrito: si eres novelista y tu personaje viaja a Londres, busca nombres de calles o lugares concretos de la ciudad. Si habla con un antropólogo, busca los términos que éstos utilizan para expresarse. Y si escribes un libro de no-ficción, reunir datos es un paso esencial para que éste resulte útil a tus lectores.

Muy buen consejo. De no cumplirlo, nuestros lectores creerán que estamos creerán (o sabrán) que estamos inventándolo todo.

8. Busca opiniones externas.

Pásale tu libro a amigos, a conocidos o –mejor aún– a personas que creas que reúnen las características de tus futuros lectores. Pídeles su opinión de forma muy concreta: qué les ha gustado más de tu libro y qué menos; si en algún momento se han aburrido o si hay algo que no se entiende bien. No te pongas a la defensiva e intentes convencerles de que tu libro es muy bueno: acepta sus opiniones y tómalas en cuenta a la hora de revisar.

En realidad, más que ponerme a la defensiva o intentar convencerlos de que mi libro es bueno, yo le desconfío al que me dice redondamente que “está buenísimo”, “es genial”, “está bárbaro”, etc. Prefiero escuchar críticas. Lo que pasa es que, claro, si son nuestros amigos, no nos van a querer criticar mucho. Tenemos que prestarle más atención al que nos dice “está bueno, pero…”. Hay que tomar en serio ese “pero” y tratar de corregirlo.

9. Revisa lo escrito.

Relee lo que vayas escribiendo y ve haciendo los cambios que creas oportunos. Cuando termines el libro, déjalo reposar unos días y después vuelve a leerlo con nuevos ojos. No temas reorganizar los capítulos, alterar frases o expresiones o incluso recortar trozos enteros. Las palabras son tu material de trabajo, moldéalas como necesites.

Muy, pero muy importante. Yo sostengo que escribir es como preparar una torta: no se la puede comer cuando está recién salida del horno. Me gustó eso de “dejarlo reposar”. Recién después de un tiempo podemos leer nuestros escritos con objetividad y ojo crítico, como si los hubiese escrito alguien más.

10. No olvides que a escribir se aprende escribiendo.

Nadie nace escritor. El primer libro siempre cuesta más y puede que el resultado no nos satisfaga al 100%… No importa, tómatelo como una práctica: el próximo saldrá mejor. Escribir es como cualquier otra actividad en la vida, cuanto más la practicamos, mejores son los resultados.

Y acá tengo que citar una frase del gran Sting: la escritura es como un músculo que se debe ejercitar. Para ser buen escritor hay que escribir, y escribir, y escribir, y…

Yo quisiera agregar un punto más, de mi propia cosecha: la creatividad no trabaja bien bajo presión (tiene un poco que ver con lo del miedo a la página en blanco). O sea, si le tenemos miedo a la página en blanco, pongamos la mente en blanco. Salgamos a caminar, o mejor, hagamos un viaje largo en tren, cerremos los ojos y dejemos que las ideas fluyan. Creo que también hay horarios más propicios para que trabaje la creatividad. En mi caso, las mejores ideas aparecen a la tarde-noche, cuando se pone el sol.

Agradezco a la editorial Bubok y a Diana Morales por este valioso aporte a quienes aspiramos a dejar una huella en el mundo en la forma de un libro. De paso, debo decir que el Portal del escritor está muy interesante. Vale la pena darse una vuelta por allí.

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