El Silbón es una figura legendaria en Venezuela, asociada especialmente a la región de Los Llanos. Al Silbón se lo suele describir como un alma perdida. La leyenda del Silbón surgió a mediados del siglo XIX y llega a nuestros días por tradición oral.
La historia del Silbón comienza con un hijo que mata a su padre. Hay diferentes versiones sobre el motivo del asesinato. Una dice que el hijo volvió a su casa un día y encontró a su padre abusando de su esposa, y por eso lo mató. Otra indica que el hijo era un malcriado al que le daban todos los gustos, y que un día le pidió a su padre que cace un ciervo. Pero como el padre no lo hace, lo mata y le extrae el corazón y el hígado, y se los da su madre para que los cocine.
La condena eterna del Silbón
La madre, al ver que la carne que le dio su hijo era dura, empezó a sospechar que algo estaba mal. Luego descubrió que esos órganos eran las entrañas de su propio marido, por lo que maldijo a su hijo para toda la eternidad. El abuelo también lo condenó, obligándolo a llevar los huesos de su padre para siempre, luego de azotarlo con un látigo, ponerle ají picante en las heridas y atacarlo con perros hambrientos. De allí que, para ahuyentar al Silbón, pueden usarse los tres elementos que se usó su abuelo para castigarlo: ají picante, un látigo (también llamado mandador de pescuezo) y un perro (no cualquier perro, el perro Tureco o perro del demonio).
Sin embargo, ante la imposibilidad de comprobar la efectividad de esos amuletos para ahuyentar al Silbón, lo más conveniente es no salir por la noche a recorrer los llanos de Venezuela.