Según Platón, lo permanente e inmutable se encuentra en el mundo de las ideas o mundo inteligible, del cual el mundo de los sentidos es sólo una copia o una imitación.
La palabra idea proviene del griego eidos, que significa aspecto exterior, forma o especie. Según esta definición, una idea sería aquello que se ve, es decir, el aspecto que algo ofrece a la mirada. Sin embargo, para Platón, la palabra idea alude al aspecto intelectual o conceptual con que algo se presenta. No es lo que se ve con los ojos del cuerpo, sino con la inteligencia. Por eso se dice que se trata del “aspecto inteligible”, es decir, de la “esencia” de las cosas.
Platón asegura que las ideas no tienen que ver con algo psíquico, sino que son algo real, las cosas verdaderas, metafísicamente reales. Mientras que las cosas sensibles son contradictorias, cambiantes e imperfectas, las ideas son inmutables y perfectas. Es por esto que las cosas sensibles y las ideas representan dos mundos totalmente diferentes.