Muchos científicos argumentan que la teoría de la navaja de Occam no es una teoría científica, puesto que la simpleza o complejidad de una explicación es un juicio subjetivo. Por tal motivo, ante dos explicaciones para un fenómeno, distintas personas pueden tener opiniones diferentes sobre cuál es la más simple. Veamos un análisis más profundo del postulado que hizo famoso a Occam.
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Occam (el fraile William of Ockham) no es el inventor del principio de simplicidad o de parsimonia que asegura que las explicaciones más simples tienden a ser las correctas. Sus inventores fueron Aristóteles, Tomás de Aquino y otros filósofos que Occam leía. Tampoco usó la palabra “navaja” para referirse a este principio. La primera aparición que se conoce del término “navaja de Occam” data del año 1852, en el trabajo del matemático británico William Rowan Hamilton.
Occam nunca intentó demostrar la validez del principio que lleva el nombre de su navaja. Pero lo usó de formas revolucionarias, y éso logró que se lo asociara con él.
Para algunos, el principio de simplicidad implica que el mundo es básicamente simple. Tomás de Aquino, por ejemplo, señala que la naturaleza no emplea dos instrumentos si le alcanza con uno solo. Esta interpretación del principio también es la que sugiere su formulación más conocida: “las entidades no deben multiplicarse más allá de la necesidad”. Curiosamente, Occam nunca utilizó esta formulación del principio.
Para Occam, el principio de simplicidad limita la multiplicación de hipótesis, no necesariamente de entidades. El filósofo fomentaba la siguiente formulación del principio: “es inútil hacer con más lo que puede hacerse con menos”. Con este postulado, Occam implicaba que las teorías están pensadas para hacer cosas tales como explicar y predecir, y esas cosas pueden llevarse a cabo más efectivamente con una menor cantidad de supuestos.
En cierto punto, esto es simple sentido común. A modo de ejemplo, supongamos que vamos en auto y éste repentinamente detiene su marcha. El medidor de combustible indica que el tanque está vacío. Sería innecesario suponer que, además de haberse agotado el combustible, el auto también puede haberse quedado sin aceite. Sólo se necesita una hipótesis para explicar lo sucedido con el auto.
Alguno podría objetar que el principio de simplicidad no garantiza la verdad. Siguiendo con el ejemplo del auto, bien podría ser que el medidor de combustible no funcione bien o que el tanque vacío sea sólo una de las cosas que están mal con el auto. En todo caso, el principio de simplicidad no nos dice cuál teoría es la correcta, pero sí cuál es la que tiene más probabilidades de ser la correcta.
Si bien la navaja de Occam tiene el aspecto de ser simple sentido común para situaciones cotidianas, al usarse en ciencias, puede tener efectos poderosos y sorprendentes. Por ejemplo, Stephen Hawking, en su libro Breve historia del tiempo, le atribuye al principio de la navaja el descubrimiento de la mecánica cuántica.
Pero no todos aprueban a la navaja. El franciscano y contemporáneo de Occam Walter Chatton propuso un principio “anti-navaja” para oponerse a la teoría de la navaja de Occam. Chatton aseguró que si tres cosas no son suficientes para verificar una proposición afirmativa acerca de un hecho, debe agregarse una cuarta. Y si aún no es suficiente, se agrega una quinta, y así sucesivamente.
Otros llaman despectivamente a la navaja de Occam como el “principio de tacañería”, acusándola de atentar contra la creatividad y la imaginación. También la critican por la imposibilidad de definir una forma objetiva de determinar la simpleza de una teoría. Todo esto hace que la teoría de la navaja de Occam sea el eje de diversas controversias entre científicos.
Así como una navaja real se usa para recortar el pelo o la barba, eliminando los excesos, de la misma forma la navaja de Occam recorta las hipótesis innecesarias en una teoría científica. De esta forma se procura llegar siempre a la explicación más simple.
En conclusión, la navaja de Occam otorga prioridad a la simplicidad con miras a reducir los riesgos de error. Cada hipótesis conlleva la posibilidad de estar equivocada. Entonces, cuantas más hipótesis se acepten, mayor será el riesgo de incurrir en una equivocación. Occam se esforzó para evitar el error a toda costa, aún si eso significaba abandonar creencias establecidas. Esta forma de pensar le ganó la reputación de destructor de la síntesis medieval de fe y razón.
En el ámbito de la investigación policial se aplica la teoría de la navaja de Occam para llegar lo más rápidamente posible al esclarecimiento de un crimen o delito. En el blog Mundo Criminal explican cómo los investigadores de homicidios aplican el principio de simplicidad para acelerar la resolución de los casos.
“Alrededor del 97 por ciento de los homicidios están motivados por dinero, sexo o motivos pasionales (riñas, peleas, discusiones acaloradas, etc), y los investigadores lo saben”, señalan en el blog. “De igual forma, saben que los autores de homicidios o desapariciones sospechosas se encuentran en el entorno de la víctima. En ese entorno es donde empiezan a investigar”.
En medicina se aplica ampliamente el principio de la navaja de Occam para maximizar la precisión de los diagnósticos.
Un ejemplo: si los investigadores acuden a un domicilio a investigar un asesinato y ven que la entrada no ha sido forzada, que no se han llevado elementos de valor y que la víctima había presentado denuncias por maltrato contra su pareja, esta rápidamente se convertirá en la principal sospechosa.
En medicina se aplica ampliamente el principio de la navaja de Occam para maximizar la precisión de los diagnósticos. El médico Arnoldo Kraus escribió una nota sobre ética médica en la que enfatiza que la navaja de Occam es lisa y llanamente indispensable. “En medicina, tal y como lo enseñaron los viejos clínicos, quienes conocían a fondo al paciente, es mejor un diagnóstico para explicar la enfermedad en vez de dos”, señala el doctor Kraus.
En economía se emplea el argumento de la navaja de Occam para explicar fenómenos tales como la inflación y el comportamiento del consumidor. Por último, en informática, la navaja aparece en una metodología conocida como KISS (keep it short and simple, mantenlo breve y simple), donde se aplica para destacar la necesidad de economizar recursos para resolver problemas.
Fuente: William of Ockham, Internet Encyclopedia of Philosophy
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